lunes, 15 de noviembre de 2010

Desaparecida en domingo



Ayer por la mañana salí de casa, pensando estar de vuelta por la noche y publicar las anécdotas como suelo hacer los domingos (no siempre). Pero no, no he vuelto a casa hasta hace un par de horas.
Mi destino era el restaurante La Mar Salada, de la Barceloneta. (Aunque no me caí dentro, ojo)

El sábado ya me pusieron nerviosa porque estuve buscando por Internet establecimientos que admitan a fumadores y además, claro, quería marisco y arroces. Hice la reserva en uno, Cal Pinxo, también en la Barceloneta. Esa zona me encanta, de niña solíamos ir a menudo, toda la familia, poniéndonos las botas con gambas a la plancha, ¡la de anécdotas que tengo!

Al hacer la reserva te piden datos, alguno bastante tonto, la verdad: "¿Sr., Sra., Srta?" Ya empezamos, pensé. ¿Y ahora qué pongo? ¿Qué tratamiento corresponde a una divorciada? Porque para los hombres no hay problema, siempre son Señor, tengan 50 años o 22, solteros, casados, divorciados, arrejuntaos... A mi edad y con dos hijos, lo de señorita es ridículo, así que puse Señora y a por la siguiente chorrada.
Nombre, apellido, e-mail, número del móvil... Día y hora, ya empezábamos a entrar en harina. Marqué el día en el calendario, en cuanto a la hora, escogí las 14:30.

Asunto arreglado, pensé, y me dediqué a otras cosas. Namier... Al cabo de un rato recibo un SMS al móvil y un correo: me informaban de que a partir de las 14 horas no hacen reservas. ¿Entonces por qué ponen en el programa de reservas horarios posteriores a las dos? Porque para cenas es otro.
Total, escogí esa hora como podía haber escogido otra, así que les dije que de acuerdo, que a las dos. Pero de pronto se me ocurrió que si ese dato no se correspondía, igual lo de fumadores... Lagarto, lagarto... Se lo pregunté directamente y la respuesta me dejó de piedra: "Si quieren fumar tendrán que comer en la terraza". ¿Esa es su flamante "Zona de fumadores"? ¿La calle? Les dije que cancelasen mi reserva y que lo que hacían se llama publicidad engañosa.
Nerviosa, pues ya eran las nueve de la noche, me puse a buscar otro establecimiento. Escogí La Mar Salada y de buenas a primeras, al hacer la reserva, les dije que si la zona de fumadores era la terraza, que no me interesaba. No contestarón a mi pregunta, se limitarón a confirmar la reserva.

No las tenía todas conmigo, así que pensé en llegar pronto a casa de mi tía, a quien había invitado, para que ella llamase por teléfono y confirmasen el dato. Mi tía anda con bastón, así que no podía llevarla arriba y abajo buscando. ¡Ah! y ella fuma más que yo, je je je...
De llegar pronto nada. Salí de casa y fuí a la parada de taxis. Ni uno. Sábados y domingos son fatales para encontrar un taxi. Esperé, que alguno llegaría, pensé.

Los que llegarón fueron dos dotaciones de los Mossos y una de la Urbana, persiguiendo a un vehículo grande, nuevecito, conducido por un sudamericano. Hala, todos ocupando la parada de taxis. Y la calzada, claro. Gritos, imprecaciones. Los agentes estaban que mordían, a saber qué había hecho ese. Muy chulo se mostraba, eso sí. Lo cachearon contra la pared y decidí irme porque era evidente que allí ya no llegaría ningún taxi, no podría.

Anda que andarás, caminé hacia la avenida y una vez en ella, seguí hacia arriba, buscando. Ya había llegado al que antes se llamaba hospital de la Cruz Roja y pensé que a este paso llegaría andando a casa de mi tía. ¡Horror! Ya no podía seguir, estaba medio muerta y además, no llevaba lentillas porque se me rompió una y aún no tengo las nuevas, conque forzaba mucho la vista y ya, la verdad, veía doble.
En eso que, caminando por la acera, esquivando a la gente, una figura de casi dos metros, con los brazos abiertos, se dirige directa a mí. Me atrapó. Ya iba a retorcerle los huevos pero... Ese abrazo de oso lo conocía yo... laaargooo, larguísimo... interminable. Sincero.
Cuando al fin me soltó y pude apartar mi cara de su estómago (hasta ahí llegaba), levanté la vista a su rostro. Sí, era mi Caballero del Cinturón Negro. ¡Vaya sorpresa! Hacía seis o siete años que no nos veíamos. Estaba contentísimo, exultante, pero por esto mismo, porque me conoce bien, se dió cuenta de que andaba preocupada. Se lo expliqué, que buscaba un taxi y llegaba tarde. Qué mala pata, un encuentro tan agradable, después de tantos años, y yo iba con prisas, sin tiempo para charlar. Se sacó el móvil y me pidió el número para llamar a un taxi. Pero hombre, si eso no funciona por SMS, no tengo el número.
"Vamos a la rotonda, que será más fácil", me dijo. Mientras caminábamos charlamos. Me preguntó por mis hijos, a los que conoce, y yo a él, qué hacía allí, pues la última vez que nos vimos se había cambiado de población. "Ahora soy policía", me dijo. "Vengo de entrenar". Sonreí, era lógico, dada su trayectoria.

Recordé un día en que teníamos que hacer un trabajo. Llegó perfectamente vestido, le alargué una corbata de lazo y saltó:

- ¡Yo no me pongo esa mariconada!
- Tú te lo pones porque soy tu jefe y mando yo. Forma parte del uniforme esta noche, no ves el mío?- y giré delante suyo, mostrando mi vestido de noche. Se la puso, claro.

Anda que no pasamos cosas juntos. A veces era yo quien tiraba del móvil y le llamaba para que me ayudase en algo. Siempre venía. En una ocasión fue él quien me llamó. Era consejo lo que quería y no sé si le sirvió, aunque... por lo poco que pudo contarme el domingo, creo que durante unos seis años sí.

Bueno, llegamos a la rotonda, nos posicionamos cada uno en una acera, a la caza del taxi y lo consiguió él. Vi que se llevaba los dedos a los labios, silbando, y alzaba la mano. Un taxi que venía por otro ramal paró en seco. Yo no lo hubiese conseguido. Unos besos, gracias, y corrí a la otra calzada.

El reloj seguía marcando el tiempo impertérrito. Pensé que tenía el tiempo justo de recoger a mi tía y salir disparadas en el mismo taxi. Al menos, pensé, le he avisado cuando salía de casa, así que estará preparada. Pues no, no y no, me abrió la puerta en camisón y bata, ¡aaaaaaaaaaaaaaarrrrrgggggggg!
Al menos fue rápida en vestirse, dos minutos. El taxista se lo había tomado la mar de bien y no puso reparos, me aseguró que estaríamos en La Mar Salada antes de las dos.

Así fue. Lo malo es que ese restaurante funciona igual que al que le cancelé la reserva. Nos llevarón arriba en un ascensor privado para que mi tía no tuviese que subir las escaleras. Muy amables, muy serviciales y atentos, pero... Cuando nos señalarón la mesa y vi que no había cenicero dije que mi reserva era en zona de fumadores. Hale, para abajo otra vez... ¡a la terraza!

Desde luego, se forran con la publicidad engañosa. Mienten como bellacos para atraer clientes. Estos dos restaurantes están en el grupo El Tenedor. Hoy me han enviado una petición para que valore el servicio... Lo haré, ya lo creo que lo haré. Se van a enterar.

Nos quedamos, claro, no era plan de ponerse a vagar buscando. Al menos no hacía frío, pero el aire y el sol resultaban molestos.
Luego vas a los foros y te encuentras energúmenos exigiendo que no se fume en ninguna parte, cuando resulta que todo es ya para ellos. En enero tendremos que ir con cuidado por dónde caminamos, porque ya ni en la calle se podrá fumar; si pasas cerca de un parque infantil con el pitillo encendido te tratarán como a un delincuente.

Y Zapatero fuma en el avión presidencial.

6 comentarios:

  1. Arrepentios pecadores, todavía estais a tiempo de dejar el vicio nefando.
    Pues, yo creo que me voy a comprar una pipa para empezar a fumar. Estos del gobierno están locos,¿Para que quieren que vivamos mas años si no nos van a pagar las pensiones?

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  2. En los foros hay muchas personas que dicen lo que tú, Jota Uve. Hartos de prohibiciones idiotas, les dan ganas de volver a fumar los que ya lo habían dejado y empezar los que, como tú, no lo han hecho nunca.
    Esto es lo que se consigue con el totalitarismo, la rebelión.

    No lo hacen por nuestra salud, no nos engañemos, el caso es prohibir todo lo posible para anorrearnos y tenernos sometidos.
    Siempre esgrimen la excusa de que estas leyes ya están en otros países importantes pero, ¿verdad que los sueldos de esos países no son como los nuestros?... Esto no lo equiparan, no.

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  3. Me ha encantado lo del "vestido de noche".
    ¿Hablas de los tiempos en que el Alcalde Corbacho te felicitaba personalmente las Navidades y cuando entrabas en el Ayuntamiento te ponian la alfombra roja y la orquesta te recibía a los sones del Hello Dolly?

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  4. Pues no, ratita envidiosa. Hablo de un negocio mío y el Caballero del Cinturón Negro se ocupaba de seguridad. Ahora a esto se le llama ser segurata.
    Sí, vestido de noche y corbata de lazo, no el trapillo que te pones tú en las covachas que frecuentas.

    Y no tergiverses con Corbacho, lo que me felicitaba era el cumpleaños, como a todos los que trabajábamos en asociaciones que el Ayuntamiento admitía.
    Por este motivo también se me invitaba a multitud de actos, pero nunca voté PSC. Yo no me vendo por una subvención. Y eso que me las daban :D

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  5. Ojalá estuvieras aquí...17 de noviembre de 2010, 13:27

    Muy interesante el artículo Leona.
    De un seguidor tuyo.

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