He pasado una semana con los pintores en casa y cualquiera que sepa lo que es comprenderá mi contento porque hayan terminado.
Bueno, terminado terminado, todavía no del todo, que Antonio es un manitas y, acabado lo de hacer bailar la brocha y el rodillo entre él y su hijo, ahora me va a colgar cosas en la pared del estudio, lamparas que quiero cambiar, apretar la base del perchero de pie que baila, un estor nuevo en la ventana de mi estudio, las cortinas de la biblioteca, y un montón de pequeñas cosas de esas que llaman chapuzas y no sé por qué.
Estoy contentísima. La última vez que se pintó, del mismo color que se ve en la imagen, lo hice yo misma porque entonces podía y de eso hace... pufff... Las baldas del recibidor también las puse yo, que un taladro no tiene secretos para mí. Pero ya no tengo fuerza para empuñarlo, ni puedo encaramarme a una escalera de mano :(
El siguiente paso será cambiar los muebles de mi dormitorio. Dejaré el cabezal de metal dorado que me encanta, pero el armario lo quiero de encargo, tipo empotrado, del suelo al techo y con la distribución interior diseñada por mí. Ahí me topé con la habitual falsedad publicitaria: "Pídanos lo que quiera, que nosotros se lo haremos". Y un huevo, lo hacen. A mi diseño le pusieron la pega de que de las tres puertas correderas que precisa el armario, sólo se puede abrir una cada vez, con lo que tendría dificil acceso a algunas partes.
Hombre mira, yo tenía intención de que se pudiesen abrir dos.
- Es que lleva dos rieles, señora.
- Ya, pues pongan tres y listos.
- Lo siento, señora, el carpintero dice que no es posible.
- Ah... Pues mire, lamento que ambos hayamos perdido el tiempo, pero se supone que si ustedes ofrecen "muebles a su gusto", se refiere a mi gusto, no al del señor carpintero.
Ahí acabó la cosa y ahora estoy en tratos con otra empresa. La cómoda ya la he elegido en IKEA. Lo que tiene esta empresa es el gusto en el culo de sus diseñadores, porque las mesitas de noche a juego son un horror infumable y no estoy dispuesta a cargar con ellas. ¿Solución? Baldas (como la del recibidor que hace de mesita) a la altura de la cama para las lamparitas de noche y otras más arriba para poner las fotos de mis hijos y de mis padres.¡Ah! y mis dragones. Total, las mesitas del mismo modelo que la cómoda tienen unos cajones completamente inútiles, así que saldré ganando en estética, espacio y limpieza.
Esta es la cómoda que he elegido.
Los muebles actuales son oscuros, de estilo clásico, llenos de molduras, tiradores y llaves dorados... Tuvieron su sentido cuando los elegí, pero ahora quiero luz y claridad.
Los dos "okupas" de casa no lo han pasado nada bien, je je je... A Bimba -la carnícera-, le permití estar en una habitación, pero Negret -el cobardica-, no sabía donde meterse, con los pintores yendo de un lado a otro cuando tocó pintar el comedor y mi estudio. Vamos, hombre, a ese no lo dejo entrar en mi habitación, es un "destrozalotodo" insufrible. La última vez que estuvo se cargó mi colección de muñecas de porcelana en miniatura, todas a la basura, no se salvó ni una. Con los dragones no pudo, ¡juas!, menudos son esos.
¡Ah! y tampoco con Osiris y Ra. Gatitos a ellos...