(Recuerdo que pinchando en las imágenes pueden ampliarse)
El título de esta entrada tiene su motivo. Cuando he informado a Daniel Ordoñez de lo que me ha ocurrido con los Guarros se ha desternillado de risa. Lo veremos más adelante.
Esta es la crónica de mi jornada en la toma de posesión de Daniel Ordóñez y Alberto Sánchez, nuestros ediles electos de la Plataforma per Catalunya (PxC)
Estas son las primeras imágenes que tomé nada más llegar. En la segunda se aprecia una enorme pancarta delante del Ayuntamiento. Está tapando la pantalla gigante instalada por el consistorio para poder seguir el acto en la sala de plenos que, por sus reducidas dimensiones, no permite el acceso a todos.
Otra imagen de más cerca. Y otra pancarta intentando impedir la vista de la pantalla desde este lateral.
Una vista de la plaza desde el lado contrario. El Ayuntamiento está a la izquierda.
Aquí se aprecia perfectamente a la izquierda la pancarta que tapaba la pantalla del Ayuntamiento.
La joven con bufanda roja es una reportera de los medios locales.
A la izquierda, charlando con una señora, nuestro compañero Jordi Barba, de Sant Celoni, y siempre con los de Hospitalet.
Un tenderete de los dos o tres que había en la plaza.
Ojo al cerdito-hucha pidiendo donativos.
Intervención de Daniel Ordóñez tomada desde un lateral.
En esta imagen se aprecia como el perroflauta disiente del discurso de Daniel.
No sé como, porque no se podía oír nada en la plaza, era un horror de tambores, silbatos, cacerolas, gritos, canticos... Una selva de tribus cafres.
El que me está mirando es de CUP
En el colegio electoral iba con muletas, con un brazo y una pierna escayolados. Hoy aún cojeaba.
Antes de seguir quiero preguntar a todos esos que en el blog de nuestra delegación me acusan de insultar y ellos se las dan de muy educados, qué entienden por educación.
Pero todavía más, le pregunto a la señora Núria Marín, alcaldesa socialista de Hospitalet, por qué permite que la pantalla que ha ordenado instalar sea tapada por una enorme pancarta y que la audición sea ahogada por el incesante cántico selvático, los gritos y los redobles de tambores.
¿Quienes son los maleducados? ¿Quienes los fascistas que no aceptan el resultado de las urnas? ¿Quienes los chanchulleros con varias varas de medir?
A esto no tendremos respuesta, es evidente cuando tenemos lo que tenemos. Invito a leer el
discurso de Daniel Ordóñez en su toma de posesión. No ha podido ser más claro y rotundo. Sus palabras han inquietado, y mucho, porque a partir de ahora, a los habitantes habituales del consistorio se les ha acabado el pastel.
Pero sigamos con mi crónica.
Ahí delante, con gorra y bien pertrechado, mi amigo Jaume que tampoco se quedó manco haciéndo fotos.
A su lado, de oscuro y en perfil, Lluís Colominas, nuestro Nº tres que hubiése podido entrar de no ser por las trampas y martingalas contra la PxC en los colegios electorales.
Esta es la puerta posterior del Ayuntamiento por la que debían salir los ediles y sus acompañantes.
Allí estaban ellos, los Guarros, incansables con sus canticos, gritos y redobles, intentando romper el cerco y subir la escalera. A mí ya me empezaba a doler la cabeza. Mira que son pelmazos. Argumentos, ni uno, nada más que dar la brasa sin parar. Toda la mañana igual.
Cada vez que salía algún edil, corrían como locos, gritando a más y mejor, aporreando sus cacharros. Qué malas son las drogas.
Este contenedor estaba en la plaza y allí ya lo usaron, pero el "artista", se ve que le cogió cariño y vi como lo traía desde la calle lateral para usarlo como elemento de percusión. ¿La poli? Nada, encantados con el concierto.
A partir de esta imagen empieza mi odisea. Puede verse que ya no hay la multitud de antes.
Yo estaba allí, con la cámara preparada, esperando a que saliésen Daniel y Alberto. Ellos, los Guarros, también. Pasa que, cuando me di cuenta, allí no había nadie más que yo de la PxC. Habían estado todos allí, pero desaparecierón sin decirme nada.
Esto no tiene importancia, estoy acostumbrada a que no se acuerden de mí más que cuando me necesitan para algo, y conste que es con todo el mundo. Soy perfectamente autosuficiente, así que nadie va cuidándome a pesar de ser minusválida sensorial y es algo que agradezco.
Bien, pues resultó que los Guarros me reconocieron al estar allí sola. Mi pelo es inconfundible. Empezarón a mirarme y a cuchichear entre ellos y yo mantuve sus miradas, con lo que ya no tuvierón duda. Pobrecitos.
Se llamaron unos a otros y me dedicaron su sempiterna serenata, señalándome con el dedo al grito de "¡Feixista! ¡Feixista!". Yo los miraba como se mira a las monas del ZOO, totalmente aburrida. Había pasado la mañana viendo lo mismo, pobres animalicos.
Comprendiendo que Daniel y Alberto no iban a salir por aquella puerta, guardé la cámara de fotos y me encaminé hacia la esquina para irme.
Pues resulta que no me fui sola, los llevaba a todos detrás, vociferando como locos. Veía a la gente que nos miraba, con los salvajes brincando a mi alrededor, incluso uno, con un megáfono, se puso delante señalándome.
Aquí es cuando le dije a Daniel que yo parecía el flautista de Hammelin, con todas las ratas detrás, je je je...
Como no les hacía puto caso, se pusierón nerviosos y alguno pegó su cara a la mía, gritando no sé que. Yo nada, como si lloviése. Me dirigí a la puerta principal del Ayuntamiento. Sólo había un agente en ese momento porque el acto había acabado y no quedaba nadie.
Con todo el hastio de llevar detrás a una manada de anormales, miré al agente y le señalé a esos con el pulgar. El pobre hombre elevó la mirada al cielo, en gesto de impotencia, pero sí, vino y me rodeó los hombros con un brazo, mientras que con el otro intentaba apartarlos. Estaba solo.
Afortunadamente, el jefe de la Guardia Urbana llegaba en ese momento con varios agentes. Creo, por un correo posterior, que venían precisamente de escoltar a mis compañeros hasta donde estaban Daniel y Alberto, que habían salido por otra puerta, ya que los Guarros son bestias salvajes, verdaderamente peligrosas. (Nótese la ironía)
La presencia del jefe no les amilanó, saben que tienen carta blanca, son los amos porque los suyos, ICV, están dentro del Ayuntamiento. Un cafre rompió el cordón y se me abalanzó sobre el hombro. Me lo quitaron de encima inmediatamente y el jefe de la Urbana, tomándome del brazo, me instó a apresurar el paso. Sí, hombre, iba a correr yo, como si tuviése miedo. Ni hablar.
Esto es lo que sacó de quicio a los salvajes, que les ignorase, que mi paso hubiése sido todo el tiempo normal y no diése muestras de preocuparme en absoluto por su presencia. Vamos hombre, que yo no me altero por perros que ladren al paso de un coche.
No eran sólo agentes de la Urbana, también estaban los Mossos y al llegar a un furgón de estos, todos los agentes de ambos cuerpos formarón una barrera impidiéndoles el paso y yo seguí tranquilamente hasta el Casino y rambla Just Oliveres arriba, hasta la estación, donde tomé un taxi.
Ese de las gafas y camiseta negra con calavera y tibias es uno de los que se me querían comer. ¡Menuda dentadura tiene! Su suerte ha sido que no le he enseñado la mía, ¡ja ja ja!
Atención al que, al fondo, delante de la pancarta, está tomando una foto. Ha saltado el cordón mientras era escoltada por los policías y me ha tomado una.
Se le ve mejor en la penúltima foto de la puerta posterior, es el que está entre el del bongo y el de la camiseta Imperio.
Ya saldrá por algún sitio. El resto de Guarros también se han hinchado a hacerme fotos con el móvil. Como si no hubiése bastantes fotos mías por toda la Red, por esto me han reconocido. Más tontos y no nacen, los pobres.