domingo, 6 de mayo de 2012

Domingos



Ver crecer las hojas de una planta día a día resulta muy gratificante.
Hasta ahora no lo había conseguido porque los felinos se zampaban todos los brotes tiernos sin dejarlos crecer y mi casa era un cementerio de plantas, pero una vez librada de los depredadores, observar diariamente el crecimiento de las hojas es un placer.



Esta es la rosa de té que compré en las paradas de Sant Jordi. Las flores se marchitaron, pero se aprecian hojitas nuevas que me llenan de gozo.



Esta tiene más valor porque es la poinsetia que me regaló mi hija por Navidad y quedó prácticamente para la morgue, pero ahí está, con sus hojitas brotando, ávidas de vida.

Claro que necesitan cuidados, pero nada del otro mundo, unos tijeretazos para eliminar la gangrena que supone una ramita enferma, controlar el agua tocando la tierra y poco más.
Realmente, las hojas crecen día a día y ello te llena de satisfacción al verlo.

Por cierto, la otra planta, en la primera imagen (un potus), es un esqueje de la original en Correos. Hasta que no han desaparecido los felinos no ha podido crecer desahogadamente.
Pelín coñazos porque, a pesar de ser carnívoros, se zampaban todo lo verde que fuera tierno.
A la chiflada le daba hojas de lechuga y sí, le gustaban, pero ojo, no las verdes de fuera, quería las más blancas y tiernas. Sibarita, oiga.

Ahora se está zampando el jazmín de la terraza de mi hija y todo lo que encuentra por allí. Pues bueno, que vaya aprendiendo mi niña, porque como intente hacerla entrar en razón, se va a quedar hecha un mapa de carreteras como me dejó a mí y la niña consideraba que "no había para tanto...". Anda, guapa, inténtalo...

9 comentarios:

  1. A ver si soy capaz de decirlo en francés...

    Quand je serai grand, je ne vais pas avoir des animaux, mais je vais avoir des plants.

    Sí, así es. En francés queda muy bien.

    ¿Qué planta es, por cierto?

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  2. Je je je... Las plantas no dan trabajo y si se defuncionan, compras otra sin que duela.

    Las tres que se ven juntas en la primera foto, la de la izquierda es un rosal de te, la siguiente, de hojas grandes, un poto y la pequeña de delante, poinsetia o Flor de Navidad, esa roja -o blanca-.

    Detrás de las plantas hay un jarrón con flores variadas. Me duran prácticamente dos semanas y alegran el comedor-sala de estar.
    Los buitres con rabo y bigotes también se las zampaban, ¡uf!

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  3. Nada como la naturaleza, desgraciadamente en estos cubiculos habitacionales que nos venden, no hay apenas sitio.
    Yo ahora mismo solo tengo un pequeño jardin zen de arena y piedras.

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  4. Bueno, algo es algo, Periódico, hacemos lo que podemos.

    Yo echo en falta el chalet porque allí me lo pasaba pipa plantando por todas partes, pero en fin, en casa, ahora puedo tener plantas y flores aunque sean pocas.

    Por cierto, mi hija acaba de marcharse y me ha enseñado fotos en el móvil de la chiflada en su terraza, ¡juas! "Está más gorda", le he dicho. "Sí, come sin parar".
    Pues ojo, que la palma por glotona.

    Allá la he visto, tumbada en el suelo de la terraza, al sol. Mi niña me ha dicho antes de enseñarme las fotos: "Cuando la veas la encontrarás "morena"... ¡Juas juas!

    Y como su piso es más grande, dice que se pega unas carreras de miedo, resbalando en el suelo, como en un vídeo de risa.

    Le he comprado unos cuantos juguetitos, así que cuando se los lleve voy a ir con la cámara de vídeo para troncharme de risa.

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  5. Anónimo atontado, lee y relee: no he sido yo quien ha dicho lo del jardín zen.

    Eres tan burro que no puedes por menos que dar pena.

    Lárgate ya de aquí, atontolinao.

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  6. Yo cría que los gatos eran carnívoros casi exclusivos...

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  7. Pues se ve que no, luispi, porque ese par mío se ponían las botas y si encima consideramos que según lo que pulula por la Red, la poinsetia es venenosa para ellos, pues no sé qué decirte.

    Tal vez Negret murió por ello, ya que nunca le hemos encontrado explicación a su fallecimiento, pero te aseguro que Bimba se ponía las botas con las hojas tiernas de lechuga.
    Se las daba porque de estas nunca leí que fueran perjudiciales y a ella le encantaban.

    ¡Ah!, y las fresas. Se volvía loca oliendo fresas, el summúm.

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  8. El gato que yo tenía tambien se comia las plantas. Yo no soy muy buena cuidando plantas mas bien terror no me duran nada. Me acuerdo mi suegra me regaló una alegría que una planta que me gusta mucho hace años ya, el gato la destrozó y me dió mucha rabia. Ahora me viene a la mente cuando le dije a mi suegra, no me de usted el esqueje porque se me muere fijo no tengo mano con los tiestos y me dijo ella, está jamás se morirá. A pesar de que el gato la original la destrozó, jamás murio, tenemos el portal lleno de plantas y si hay 30 alegrías son todas hijas de la primera y la original está perfecta grande y llena de flores.
    Ahora me han regalado un planta de aloe vera que tenía ganas, espero no cargarmela.

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  9. Hay plantas guerreras que no se mueren ni que una manada de trolls... ¡digo de gatos!, se les lancen encima ;D

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